domingo, 18 de julio de 2010

Ética Ecológica en Fernando Mires


Mires parte su análisis ecológico en Latinoamérica a partir de la crítica a la modernidad. Para el autor la modernidad ha conllevado a la concepción económica del progreso; un progreso que se mide por el aumento de los niveles de producción, que en no pocas veces lleva al detrimento de la naturaleza. Las tecnologías de la producción se emplean con la finalidad de aumentar los parámetros de producción sin tomar en consideración las consecuencias ambientales.

El autor insiste que las actuales concepciones económicas han partido de la falsa creencia que los recursos naturales son inagotables; y, que la pobreza es consecuencia de la sub-explotación de esos recursos perpetuos. Nada más lejos de la realidad, los recursos son agotables y limitados. En Latinoamérica ya existen zonas no aptas para cultivos; grandes extensiones de tierras antes fértiles ya se han salinizado y no son explotables.

El autor señala que existen tres peligros en los cuales pueden caer los ecólogos en la actualidad. En primer lugar, está la postura naturalista, donde el ecólogo puede pensar que las realidades naturales observadas pueden ser extrapoladas a las realidades sociales; sin tomar en cuenta que el ser humano es cambiante y la sociedad no responde a patrones naturales establecidos. Por otro lado, el ecólogo puede tomar una aptitud neo-romántica, donde se considera que el mejor esquema social es el indígena, y que el indígena no debe adaptarse a la sociedad moderna; sólo manteniendo el comportamiento que el ecólogo clasifica como indígena se logra evolucionar socialmente. Mires advierte que esta es otra forma de discriminación. Por último, Mires señala que no se puede sostener una actitud revolucionarista (contrario a revolución), donde el estado ideal está en constante cambio sin fijar metas concretas; esta es una actitud adoptada por muchos planificadores de la producción. Para el autor, la visión correcta consiste en identificar lo no acorde con la dignidad de los pueblos y modificar la situación hasta lograr la situación más cónsona con el bienestar social.

Mires insiste en la participación de los pueblos indígenas en el rescate del ecosistema; por tanto, promueve el estudio de estas culturas. El pensador propone el estudio de la relación del hombre con la naturaleza en los tiempos precolombinos y el estudio de las poblaciones indígenas con la naturaleza en la actualidad. Y, es a partir del entendimiento de estos dos momentos de relación, en que es posible que emergen ciertos conocimientos de sumo valor para establecer una relación más idónea del hombre con el medio ambiente. Mires (1990) señala la importancia del estudio de la relación hombre con el medio ambiente de las culturas indígenas de la siguiente manera: “… en el marco de la coyuntura ecologistas, el estudio de los movimientos étnicos ocupa un lugar destacado, dado que ellos son portadores de muy arcaicos saberes que hoy empiezan a ser revalorados”.

Según la concepción impuesta por la modernidad, todo lo rural es sinónimo de atraso y lo citadino está relacionado con democracia y derechos civiles; esto, aunado con fracasadas políticas de desarrollo agropecuario ha contribuido notoriamente para el abandono del campo y la saturación de las ciudades en Americalatina; aumentando los cinturones de miseria en las mismas. En el sentido de las consideraciones de la dicotomía ciudad democracia-rural atraso, Baigorri (1995) señala:

En primer lugar la dicotomía rural-urbano. Desde que hace algo más de un siglo se inició la reflexión sociológica sobre las consecuencias de la Revolución Industrial, que provoca un proceso de acumulación de masas de población en las ciudades (es lo que conocemos como proceso de urbanización), esta dicotomía se viene planteando en términos de polarización radical, y luego de oposición. Pero sobre todo, y en el marco general del positivismo que desde su origen caracterizó al pensamiento sociológico, se ha venido tratando el tema en términos de sucesión histórica de etapas, y en consecuencia de jerarquización: si la revolución industrial traía el progreso económico a las sociedades, la urbanización conllevaba el progreso social. Y, desarrollando hasta el absoluto la lógica, lo rural suponía la decadencia económica y el atraso social… Así se hablase de solidaridad mecánica o solidaridad orgánica, de comunidad o asociación, de lo folk y lo urban, etc., aunque se manifestaba una preocupación por el tipo de desórdenes sociales provocados por la urbanización, se estaba poniendo en lo alto de la escala a lo urbano, y en lo más bajo a lo rural

Políticos con diversas posturas administrativas coinciden en identificar el progreso con el uso de maquinaria para aumentar los niveles de producción, sin tomar en consideración el costo ambiental y poblacional. Supuesto progreso que invariablemente lleva a la pobreza y miseria de importantes sectores de la población; sobre todos los indígenas y campesinos

Partiendo de este análisis, Mires propone la ética ecológica como alternativa idónea para lograr índices aceptables de producción sin sacrificar los recursos naturales. Esta ética ecológica de ningún modo se opone al uso de las nuevas tecnologías de la producción; por el contrario, las pone al servicio de la recuperación ambiental.

En esta ética ecológica se contempla el diálogo como principal vía para concretar acuerdos que permitan aumentar la producción, incluyendo la naturaleza y a los indígenas y campesinos como principales actores eco-ambientales. Los ecólogos, los pobladores, las empresas privadas y el Estado deben entrar en un diálogo, donde todas las partes se reconocen como iguales en el derecho de decidir y actuar con el fin de lograr acuerdos satisfactorios para las partes sin el sacrificio de los recursos naturales.

Medidas unilaterales por parte de las diversas administraciones políticas de los estados, empresas, o ecólogos, sin tomar en cuenta al poblador de la tierra, están condenadas al fracaso, como la experiencia ya lo ha demostrado. Debido a la reivindicación de los pueblos indígenas en Latinoamérica, ya no se pueden excluir en la toma de decisiones. Así lo afirma Vargas (2008) de la siguiente manera:

Los movimientos sociales indígenas son medios de desarrollo de la identidad social y recuperación democrática mientras que organizan las movilización política contra la dictadura. A través del uso creativo de imágenes e información, las gentes indígenas han volteado la marginalidad y la pobreza en su más grande fortaleza en la emergencia de los movimientos basados en la identidad internacionalizada

Convencido Mires que las transformaciones en la manera en que se producen son necesarias con urgencia, propone el estudio de la forma en que los pueblos indígenas explotaban el altiplano andino antes de la colonia, conocimiento que permanece en los pueblos indígenas en la actualidad. Pues, para lograr niveles adecuados de producción sin el menoscabo de los recursos naturales sólo es necesario implementar ciertas modificaciones sencillas en la forma en que se produce.

El empleo de fertilizantes orgánicos, el uso de sistema de riego, drenaje de las aguas, el cultivo selectivo según el microclima presente, son sólo algunas prácticas precolombinas que implementadas en la actualidad permitiría un apropiado uso de los recursos naturales sin sacrificar el medioambiente, sin atentar contra los pobladores del medioambiente explotado.

Por último, Mires invita al diálogo como manera para lograr acuerdos, diálogo constructivo sin imposición ni arrogancia; requisito indiscutido para que el discursos de la falsa abundancia sea remplazado por una economía de la escasez. Y, a partir de esta economía de la escasez se toman decisiones que permitan lograr niveles aceptables de producción sostenibles en el tiempo sin el sacrificio del medio ambiente y los pobladores.

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