domingo, 15 de agosto de 2010

Noción de Hermenéutica en Pérez-Estévez

La hermenéutica se entiende bajo la tradición filosófica como el método, la ciencia de leer, comprender e interpretar un texto. Surge como tal en la edad media cuando los escolásticos pretendían interpretar la biblia. Modernamente, la hermenéutica se extiende a la comprensión de la cultura humana, y, más allá, la comprensión de todo lo acaecido universalmente.

Así, la hermenéutica pretender interpretar todo acontecimiento humano, tal como se intentar entender un libro, una pintura, con la finalidad de dilucidar el sentido de la vida, de la suerte, de la muerte. Entendido de esta forma, la hermenéutica es una herramienta fundamental de la epistemología.

Asumiendo la hermenéutica como medio de interpretación de la realidad, se asumen al menos dos posturas significantes; de que es posible alcanzar e interpretar la verdad; y, de que el mundo es un ente posible de interpretación. Sin embargo; más allá, se afirma que el hombre es el gran interpretador natural de los fenómenos.

Siguiendo la tradición hermenéutica, varios autores han propuesto su posición ante la misma; en tal sentido, la ciencia humana, el acontecer histórico ha pretendido ser entendido y explicado por diversos autores como Scheleiermacher en el siglo XIX, por Dilthey y Weber en el siglo XX. Dilthey intenta comprender la historia desde la visión de sus protagonistas; para él la interpretación fenomenológica sólo es válida cuando está realizada por quien vive el fenómeno: por el contrario, Weber considera que la compresión es exclusivamente un hecho racional, por el cual se elabora un modelo de la realidad a través del cual podemos interpretar toda realidad; en este sentido, la compresión de lo real no es sólo capital de quien experimenta el fenómeno.

Siguiendo la tradición de Weber, Gadamer afirma que no sólo es posible la interpretación de los fenómenos por quién no lo experimenta; sino, además, afirma que la compresión puede ser dada por la lectura de textos que narren la subjetividad de quien interpreta el fenómeno. Por tanto, la lectura de un texto es el diálogo entre quien lee el texto y quien lo escribe.

Para Gadamer la verdad está por encima de los dialogantes y poder llegar a ella sólo ocurre cuando los dialogantes logran, a través de la racionalidad, poder alcanzar la verdad presente, la cual es inmutable ante la voluntad o subjetividad de quienes interpretan el fenómeno.

Con la finalidad de comprender la propuesta hermenéutica del Profesor Pérez-Estévez es menester entender la crítica que hace de la postura de Gadamer. Altamente crítico a la postura Gadamerciana, Pérez-Estévez basa su interpretación de la hermenéutica.

El principal punto de vista que separa la postura hermenéutica del Profesor Pérez-Estévez de la posición de Gadamer, es que el lector historiador no puede trasladarse al pasado y vivir el fenómeno narrado, pues el lector pertenece al tiempo a la realidad presente que vive, al horizonte sociocultural que lo ha formado y a la cual se debe. Pérez-Estévez es categórico al afirma:

“… Pero este traslado al pasado es imposible debido a que el historiador lector pertenece esencialmente a una época y un horizonte sociocultural en el que vive y del que no se puede desprender; todo ser humano se enraiza (sic) en un tiempo y espacio concreto, o sea está necesariamente en una posición sociohistórica de la que no puede salir”

Desde el punto de vista de Pérez-Estévez el historiador no vivencial está limitado en la posibilidad de interpretar la realidad del fenómeno estudiado; pues, su interpretación está afectada por la subjetividad de quien narra el fenómeno vivido y la propia subjetividad determinada por la situación sociohistórica que vive.

Para Pérez-Estévez el hombre es un ser inmerso dentro de un espacio y tiempo determinado; por tanto, revivir un hecho pasado es una quimera; pues, significaría la anulación de la realidad del lector como ente inmerso en una determinada realidad, distinta a la que estudia, que lo determina.

Pérez-Estévez afirma que no se puede dar una auténtica lectura sin la presencia del diálogo. Y, evidentemente, contrario al pensar de Gadamer, cuando en el fenómeno de la lectura pasiva no están presentes las condiciones necesarias del diálogo. Pues, es condición imprescindible del diálogo la presencia de al menos dos interlocutores; desde este punto de vista, el diálogo es un fenómeno vivo, existencial, inmerso en un tiempo y espacio determinado, signado por la realidad sociocultural de los dialogantes.

La conversación como requisito fundamental del diálogo, se desarrolla dentro de un sistema dinámico de preguntas y respuestas; en el cual se evidencia la argumentación en paralelo, con el fin de ponerse de acuerdo sobre un hecho concreto. Esto constituye, sin lugar a dudas, otro punto de inflexión entre el pensamiento de Gadamer y Pérez-Estévez; para Gadamer la verdad es independiente a los dialogantes, quienes por medio de la racionalidad pueden o no llegar a la determinación de la verdad; en cambio, para Pérez-Estévez la verdad es capital de los dialogantes. Los dialogantes al ponerse de acuerdo sobre el fenómeno en estudio, determinan la realidad a vivir; así entendido, la verdad es mutable, relativa y un fenómeno producto del acuerdo.

Para Gadamer no son los dialogantes los que determina la verdad, esta es un hecho inmutable que sólo puede ser percibida por los dialogantes a través del correcto empleo de la racionalidad. Para el Profesor Pérez-Estévez, el punto de vista de Gadamer, a este respecto, se debe a que el mismo sigue la influencia de la modernidad, iniciada en el pensamiento griego, continuada por Kant y Descartes.

Para Pérez-Estévez, Gadamer igual que Paltón identifican a la verdad como un ente extra-dialogante, independiente del fenómeno del diálogo. Y, este distanciamiento de la verdad de quienes intervienen en el diálogo es determinante en el origen de la crisis de la modernidad. Pérez-Estévez afirma que para Gadamer (Pérez-Estévez:1992) “Los sujetos, en Gadamer, se ensombrecen ante la verdad que va apareciendo en el diálogo y que resulta la gran protagonista”.

Entonces, según el punto de vista de la hermenéutica de Pérez-Estévez, el acuerdo logrado a través del proceso de diálogo está más allá de exponer el propio sentir y tratar de imponerlo al interlocutor; el proceso del diálogo conlleva a la transformación de los dialogantes hacia lo común donde ya no es posible seguir siendo quien se era antes del diálogo.

Lo expuesto anteriormente, significa que para Pérez-Estévez la hermenéutica está más allá de lograr identificar una verdad preexistente, es poder determinar una realidad tras el encuentro de las subjetividades de los dialogantes; quienes, en este proceso ven afectada la propia subjetividad.

Esto, significa para Pérez-Estévez la identificación de una característica imprescindible en el proceso dialógico, en la hermenéutica, y es, la escucha. Para Pérez-Estévez la escucha es fundamental en el proceso del diálogo generador de la realidad en común de los dialogantes.

Para Pérez-Estévez la modernidad está signada por la expresión del Yo; influenciados por la tradición griega que da preeminencia a la vista como sentido analizador, hermenéutico de la realidad, al interlocutor se objetiviza, se interpreta como algo extraño y ajeno a mi Yo, quien sólo se debe tomar el cuenta con la finalidad de imponer el Yo, el cual sólo se valida como alternante en la medida de que se parezca a mi Yo. Según este punto de vista el otro sólo es validado si es mi Yo; entre más sea Yo es más tomado en cuenta. El otro, el extraño, es invariablemente el bárbaro al cual es menester reducir, anular.

La escucha es el momento de afirmación del otro en el proceso dialógico, y en la medida que validamos al alternante es posible un nosotros, una realidad determinada por el encuentro de dos o más subjetividades para lograr la concreción de una subjetividad común.

La escucha es indispensable para poder lograr el diálogo, y requiere para su aparición de la suficiente humildad entre los interlocutores. Esta humildad no se evidencia siguiendo la tradición de la modernidad, pues requiere disposición de los dialogantes. En este sentido el Profesor Pérez-Estévez (Pérez-Estévez:1992) afirma:

“… Toda relación humana encierra un afán de dominio sobre el otro de deseo de reducirlo y hacerlo a nuestra semejanza, que se manifiesta en nuestra manera de verlo y en la negativa disposición a escucharlo y, en consecuencia, no dejarlo hablar hasta tanto no se exprese de manera semejante a como nosotros lo hacemos”.

Ahora bien, según lo expuesto anteriormente, la hermenéutica para el Profesor Pérez-Estévez es el proceso por el cual se logra determinar la realidad tras el encuentro de las diversas subjetividades de los dialogantes; subjetividades determinadas por el contexto sociohistórica en la cual están inmersos. Por otro lado, el producto del encuentro de los dialogantes va a tener el poder de modificar la realidad del Yo en un nosotros; y, para esto es imprescindible validar el alter al incluir la escucha en el proceso de diálogo.

viernes, 6 de agosto de 2010

Las dimensiones de violencia (cotidiana, política y revolucionaria).

Es un hecho evidente que desde que el hombre se conforma en sociedad, existe la lucha de clases. Una tensión permanente entre los dueños de la tecnología y los medios de producción, los cuales desean mantener el status quo, garantizando así la subsistencia en el tiempo de su clase; y, la clase trabajadora luchando por obtener mejores condiciones laborales y sociales. Mas, en ciertos momentos de la historia, esta tensión deviene en crisis, generando revoluciones que provocan cambios estructurales en la sociedad.

El imperio Babilonio, el imperio Egipcio, el imperio Romano, Monarquías, Burguesía; son sólo diversos ejemplos de modelos sociales, políticos y económicos, donde destaca la existencia de una clase dominante y otra oprimida; las cuales fueron modificadas estructuralmente luego de momentos de crisis.

Es menester citar que cada movimiento revolucionarios a generando cambios sustanciales en la relación clase dominante, clase dominada. De estas, han surgido ciertos derechos civiles, derechos humanos. Citando a Hegel (1770-1831), la historia parece comportarse en un patrón de Tesis-Antítesis-Síntesis. Doctrina filosófica que demuestra que los momentos de crisis son necesarios para alcanzar cambios sustanciales permanentes.

Tomando en cuenta lo anteriormente expuesto, es impreciso que las clases dominantes quieran repetir hoy modelos de dominio presentes en modelos pasados, ya superados. Sin embargo, no podemos omitir la existencia de intereses que desean ejercer control; naciones, grupos económicos, políticos y religiosos, ejerciendo diversos métodos de presión sobre el propio y el ajeno pueblo, con la esperanza de emplear sus diversos recursos, para aumentar el bienestar de la clase dueña de los medios de producción y la tecnología.

En Latinoamérica ha existido intromisión de países extranjeros que invariablemente han generado violencia, pero no podemos pasar por alto el importante papel que ha generado la violencia originada por los grupos de poder internos cuando ejercen mecanismos de control sobre la población. Grupos económicos, políticos y religiosos, ejercen el control en tal medida que en no pocas ocasiones han generado violencia al excluir a los grupos sobre los que ejercen el poder; ya que la participación de estos grupos inevitablemente generaría minusvalía del poder en los grupos dominantes. En esta ecuación del poder sin tomar en cuenta al sujeto que obedece, genera violencia. Entonces, la inconformidad del sujeto sobre el cual se ejerce el poder genera violencia.

En una sociedad inconforme, donde la participación es reducida y el que ejerce el poder está más interesado en nutrir y conservar el poder en lugar de garantizar el bienestar de la ciudadanía, la ley se disgrega; en la casta política surge la corrupción, que inevitablemente generara mayor falta de legitimidad, ye n la ciudadanía generará mayores niveles de violencia ciudadana. Pues, en una sociedad inconforme los niveles de violencia ciudadana se exacerban.

En una sociedad descontenta con bajos niveles de participación, en una sociedad donde el poder se ejerce en forma unidireccional por quien ejerce el poder sin permitir la participación ciudadana, los niveles de violencia cotidiana aumentan considerablemente. Por tato, aumentan los niveles de criminalidad. El número elevado de hurtos, violaciones y asesinatos es síntoma inequívoco de una sociedad enferma.

Ahora bien, conociendo que la única forma de convertir hombres en ciudadanos es la educación, la cual es inadecuada en un sistema donde el que ejerce el poder desdeña las necesidades de la población, la violencia es el recurso asumido por el gobierno para reprimir la violencia ciudadana; ejerciendo control férreo que le permita mantener cierto grado de control.

Así, el gobierno administra políticas de estado que se han llamado “Estado Policía”, presente sobre todo en Latinoamérica.

El Estado Policía lejos está el concepto de estado que a través de los órganos policiales garantiza la seguridad ciudadana. Es un estado que esgrime la escusa que con el fin de garantizar la paz, aplica acciones que van en detrimento de los derechos ciudadanos.

Para garantizar el éxito de las medidas implementadas por el Estado Policía, es preciso que la población esté convencida que necesita la figura autoritaria y con suficiente disponibilidad de recursos para protegernos de las amenazas del terrorismo. Es aquí donde radica la importancia de modelar un hombre que sin dudar sacrifique sus derechos ciudadanos a favor de los intereses ajenos.

Ya sembrado el miedo en el ciudadano, el pánico a las consecuencias del terrorismo, encerrado en la protección que le da el pequeño espacio en el cual se desenvuelve; le es lícito al estado ejercer el control absoluto en el espacio público.

Con la escusa de luchar contra el terror, el populismo radical, el crimen organizado, el tráfico y consumo de drogas; en conclusión, todo lo que atenta contra el bienestar de los pueblos, el estado ejerce control sobre la población. Monitorea y controla los espacios públicos, criminaliza las justas protestas; evitando así el surgimiento de grupos organizados de protestas que pueden ejercer presión y modificar el orden.

Es de hacer notar, que una de las características en un Estado Policía es la proliferación de empresas privadas de seguridad. Con la escusa de ayudar al Estado en controlar la delincuencia desatada, se promueve la formación de estas empresas de seguridad. Las cuales citan que su principal función es el resguardo de la seguridad personal y los bienes de los contratantes. Así, empresas privadas, residencias, fábricas, sistema bancario, están al resguardo de estas empresas. Lo cual, le crea al contratante cierto sentido de seguridad ante la delincuencia.

El contratante es un ciudadano que en su gran mayoría paga impuestos a un estado que es incapaz de garantizar su bienestar; obligándolo a contratar es servicio privado. Está convencido que de esta manera el producto se sus sacrificios no corren peligro ante esa delincuencia indiscriminada que a diario se dibujan en los medios de comunicación social. Sin embargo, la realidad dista de ser la verdad que la población está convencida, pues la proliferación de las empresas privadas de seguridad es un claro síntoma de una sociedad debilitada y fragmentada.

Son características de estas empresas:

- Estar conformadas por individuos con formación militar; pues generalmente emplean a quienes hayan realizado el servicio militar; y, la fuerza militar no enseña a hacer servicio comunitario con balas, enseña a matar al enemigo en el campo de batalla.

- Usualmente están asesoradas por militares activos; así, es posible coordinar acciones monitoreadas por el poder del estado. De esta forma, pueden conformarse en brazo armado secreto del gobierno; capaces de realizar labores desdeñadas por militares activos; como: el secuestro y desaparición física de activistas sociales. Estos grupos pueden convertirse en milicia privada en servicio de intereses ajenos al bienestar de la ciudadanía. Con la finalidad de ilustrar su tesis pone por ejemplo el caso colombiano, donde el presidente Guillermo León Valencia (-) en el año 1965 a través del decreto de carácter transitorio número 3.398, con el pretexto de organizar la defensa de la nación, crea el marco jurídico para la creación de los grupos de “auto defensa”; las cuales se convirtieron en la guardia pretoriana de los gobernantes y los capitalistas, recrudeciendo la violencia en ese país.

- Estos brazos armados que responden a intereses privados, pueden realizar acciones de “profilaxis social”. Esto, consiste en la eliminación física de aquellos que no poseen fuerza adquisitiva, los cuales se convierten en una pesada carga social, que afea el ornato de las ciudades. Pues, sólo el que puede consumir tiene valor; y este valor es cuantificable: quien consume más tiene más derechos ciudadanos en una sociedad limitada por los márgenes ocupados por los billetes en la cuenta bancaria. Cada vez que los gobiernos latinoamericanos, principalmente los de Centroamérica, anuncian un operativo de seguridad ciudadana, aumenta drásticamente el número de desaparecidos y asesinatos, principalmente de indigentes. Con la escusa de luchar contra las pandillas y el tráfico de drogas, se lleva a cabo una verdadera masacre contra los más desposeídos, contra los indefensos.

Es inquietante, el número de efectivos que conforman las empresas privadas de seguridad en Centroamérica, y la cantidad de armas que poseen; que, en no pocos caos, igualan o exceden el número con el que cuenta la policía nacional. Destaca el caso de Honduras, donde 60 mil agentes distribuidos, prestan servicio privado a 91 empresas, cuando el estado cuenta solo con 10 mil efectivos. El Salvador tiene 20000 agentes privados, versus 19000 del estado. Al repetir este patrón en el resto de América cabe preguntar ¿Quién tiene el control sobre la seguridad ciudadana, los entes privados o el Estado?, ¿en cuales manos se encuentra la seguridad de la población? He aquí la raíz del problema. Invariablemente, cuando el Estado privatiza, pierde el control, pierde los ciudadanos, se desmejora la calidad de vida de la población.

Pero, el riesgo se acrecienta cuando los militares ejercen labores policiales. El agente de seguridad se transfigura entre un policía militar o un militar policía. Así se abren las puertas para las detenciones indiscriminadas, las cuales no suelen estar mediadas por procesos de la justicia civil. Lo cual disminuye las garantías individuales, resultando un estado de excepción que es capaz de criminalizar la disidencia ante el gobierno.

Este Estado policía a través de sus diversos mecanismos es capaz de intervenir conversaciones, confrontar protestas, anular las garantías constitucionales; en fin, con sus acciones, es capaz de cortar los hilos asociativos de la sociedad.

Así, el Estado Policía es el medio que emplea el Estado para controlar la violencia ciudadana de tal forma que le garantice mayor permanencia en el gobierno a quien ejerce el poder.

Ahora bien, un gobierno con baja legitimidad que debe usar la violencia como mecanismo de control, está permanentemente amenazado por la violencia política. Esta violencia que más allá de ser mecanismo de control ciudadana es la violencia que se genera entre las facciones que desean llegar al poder y la facción que regenta el poder. Es la violencia que se manifiesta entre los miembros que conforman la administración del Estado.

La violencia política es reflejo de la descomposición del Estado, es menester citar en este punto los denominado “Coronelazos” sucedidos en Latinoamérica. los Coronelazos fueron promovidos por los gobiernos de Estados Unidos y la ambición de grupos económicos y militares internos. Estos movimientos inician en la década de los 60. Consistieron en promover levantamientos militares en países que mostraban ciertos signos de independencia ideológica, que podían conducir a la emancipación económica y social. La finalidad fue sustituir estos gobiernos por otros que ejercieran férreos controles sobre su población, evitando movimientos insurgentes; mas, a su vez sumisos ante los dictámenes del imperio. Es así como surgen las llamadas dictaduras militares de derecha.

Como fiel ejemplo de estas dictaduras se cita el gobierno de Augusto Pinochet (1915-2006) en Chile (1973-1988) tras el derrocamiento del presidente Allende (1908-1973). Las principales características de estos gobiernos son:

- Implemento de políticas de represión: donde se persigue toda disidencia política, condenando a prisión, muerte; o en el más afortunado de los casos, el exilio. Para lograr tal fin, se crea organismos de inteligencia que infiltran los movimientos contrarios al gobierno y tras la delación se procede a desarmar los mismos. De esta forma se pretende dejar en claro que quien decida vivir en paz solo lo puede hacer si no es rebelde al sistema.

- Culto a la personalidad: Más allá de que el modelo económico y social sea excelente, lo es porque el dirigente así lo escogió. Solo él tiene el poder y la visión para salvar al país de la debacle, solo él es capaz de llevarlo a un mejor futuro. De esta forma el dirigente deja de ser un usurpador y se convierte en un salvador que se sacrifica con la finalidad de lograr el bienestar común.

- Criminalización de las ideologías de izquierda: Se persigue de manera férrea los movimientos de izquierda, todo lo que sea socialismo, comunismo es erradicado de la vida social. Con publicidad se siembra en el imaginario colectivo la idea de que el comunismo es un virus, un cáncer capaz de generar todos los males sociales.

- Políticas económicas: Se crea el imaginario social de una supuesta libertad económica y estabilidad jurídica para las inversiones privadas o extranjeras. Mientras se hace creer a la población que el que trabaja tiene la plena confianza de que va a subir en la escala social, se abren las puertas para la inversión extranjera, sobre todo de consorcios norteamericanos. Y, las decisiones económicas asumidas por el dictador pasan primeramente por el tamiz de los intereses de los Estados Unidos; pues, el dictador sabe que su gobierno se mantiene con la aprobación del gobierno de este país.

- Publicidad: En este tipo de regímenes la propaganda es muy importante, pues con la manipulación de ella se pretende la aprobación de la población al mostrar supuestos avances económicos.

- Relación con la Iglesia Católica: Esta relación es ambigua, pues la misma es negativa para los sacerdotes disidente, que en la mayoría de los casos son expulsados del país; pero, de cordialidad ante los sumisos, pues el gobierno sabe que estos desde sus púlpitos pueden hacer propaganda positiva al régimen. Así, el discurso del sacerdote hace ver en la población el carácter divino del gobierno; quien está en contra de este está en contra de Dios.

Colocamos el gobierno de Pinochet solo como ejemplo de modelo, pero estas características son comunes en otros gobiernos de la misma índole. Así, podemos citar el gobierno de Marcos Pérez Jiménez (1914-2001) en Venezuela (1952-1958) y el proceso de sucesión de juntas militares en Argentina (1976-1983), entre otros.

Sin embargo, estas dictaduras militares de derecha no fueron eficientes en destruir los movimientos de disidencias en su contra, representados en guerrillas; y, tras el desgaste, el terror y la corrupción, entraron en declive, declive que terminó en el fin de los mismos. Estos, en la mayoría de los casos fueron sustituidos por gobiernos democráticos, al menos en nombre. Democracias de sufragio pero con iguales desnudeces que los regímenes militares, sumisos en su mayoría a los deseos de los gobiernos norteamericanos. Pues, los lazos económicos eran tales, que terminaron de rodillas ante el imperio.

En las llamadas democracias latinoamericanas también se ha observado un grado elevado de violencia política. Violencia dentro de los partidos políticos, violencia entre los partidos y estos contra el partido que ostenta el poder. Violencia que debilita la democracia abriendo las puertas a las intentonas militares y a aumentar el descontento ciudadano. Recordemos la inestabilidad política que se experimentó en Venezuela en el gobierno de Rómulo Gallegos debido a las luchas encarnizadas de las facciones de poder en el parlamento nacional, violencia que abrió las puertas al golpe militar liderado por Pérez Jiménez.

Con la finalidad de evitar la violencia política es necesaria las virtudes ciudadanas que sólo están presente cuando los partidos políticos están constituidos por ciudadanos que respetan la constitución, que aceptan la dirección de quien regenta el poder y permite el diálogo entre los factores involucrados. Sólo a través del diálogo se puede lograr la inclusión de todos los factores sociales; diálogo que permite crear lineamientos de un proyecto nacional común.

Ahora bien, la violencia revolucionaria merece especial atención. En primer lugar ¿Qué es una revolución? Se define como una transformación radical, un cambio de un estadio a otro; en lo político social es un cambio de un estadio a otro. Este cambio puede ser violento o no; puede ser paulatino como progresivo; y, contrario al pensar general, no sólo lleva a la implantación de gobiernos con tendencias comunistas, también pueden llevar a la instauración de gobiernos no comunistas.

De manera general, como la revolución representa cambio y existen sectores sociales que se resisten al cambio, en la mayoría de los casos el grupo que lleva a cabo la revolución termina ejerciendo la violencia sobre estos grupos resistentes al cambio. Cuando el poder político y económico se ha regentado por largo tiempo por un grupo determinado la resistencia al cambio es natural; esto, son los primeros en oponerse a las transformaciones implantadas por la revolución. Sin embargo, como es menester el descontento general para que las revoluciones surjan, apoyándose en este descontento los revolucionarios justifican la presión ejercida sobre los grupos que ven comprometidos sus intereses dentro de los procesos revolucionarios.

Enarbolando principios de justicia social los revolucionarios ejercen el poder; mas, el problema sigue siendo el mismo que en todos los sistemas: sólo el ejercicio del poder es legítimo cuando otorga participación ciudadana, cuando toma en cuenta para la toma de decisiones a la mayoría de los sectores sociales y es capaz de responder a las necesidades de la población. Caso contrario, repetiría los errores de los antiguos amos del poder y pronto abriría las puertas del descontento ciudadano y tendría que copiar modelos de represión social que una vez atacó.

El caso cubano es el vivo ejemplo de lo antes expuesto, Fidel Castro junto a un grupo de hombres armados deponen del poder a Fulgencio Batista, tras la toma del poder se inician cambios revolucionarios en la estructura del poder en la isla; mas, antes las vicisitudes surgidas en el ejercicio del poder, el gobierno ejerce fuertes mecanismos de control sobre la ciudadanía, el cual ha permitido la permanencia durante largo tiempo en el poder del grupo revolucionario. Medida que han ido en desmedro de la calidad de vida del pueblo pues ven menoscabada sus derechos civiles.

De tal manera, los procesos revolucionarios conllevan a la violencia per ce, así los líderes afirmen lo contrario; Lenin en los albores de la revolución roja afirmó no usar la violencia como estrategia, y sin embargo el zar y su familia murieron antes las balas de la “mansa revolución”, el mismo Lenin murió a consecuencia de los daños causados por una bala de sus fanáticos; y, luego de la muerte de este, la revolución se mantuvo bajo el reino del terror instaurado por Stalin(1878-1953). En el periodo de Lósif Stalin (1920-1953) se calcula que murieron cincuenta millones de personas de hambre, frío y persecución política, haciendo célebres los campos de concentración llamados Gulag, cifra que contrasta con los seis millones de hebreos muertos en los campos de concentración nazi.

Por otro lado, los movimientos revolucionarios ejercen una férrea oposición a todos sus detractores, satanizando la disidencia justifican las propias faltas. Esto se debe a que los movimientos revolucionarios por norma general afirman poseer la verdad y ser el único camino digno a seguir, esto conlleva al radicalismo y por consiguiente el totalitarismo. Totalitarismo que a su vez conduce al culto a la personalidad del líder. Es por esto que se puede afirmar sin vacilación que los errores de cualquier postura radical se refleja en la postura contraria; por tanto, errores de las dictadura de derecha, de las deslegitimizadas democracias se han repetido en los procesos revolucionarios de izquierda.

Al analizar la historia contemporánea Latinoamericana podemos observar que en no pocos países la alteridad de gobiernos está marcada por la sucesión de regímenes férreos, esto es a causa de la ambición del poder de los gobernantes y los opositores a estos; violencia que es consecuencia y conlleva a la violencia ciudadana.

Cultura política y legitimidad.

La legitimidad define la cualidad de ser conforme a un mandato legal, a la justicia, a la razón, o a cualquier forma de mando. En tal sentido es la conformidad que siente una persona o grupo de personas de asumir a la autoridad. El concepto se relaciona con legitimación, que es el proceso mediante el cual un grupo de poder o persona obtiene legitimidad.

Un Estado es legítimo en la medida en la cual ejerce el poder sin necesidad de recurrir a la coacción por medio de la fuerza; pues, sus medidas son asumidas por la comunidad. Max Weber identifica dos tipos de legitimidad en el ejercicio del poder: la legitimación carismática (los subordinados aceptan el poder en base a la santidad, heroísmo o ejemplaridad de quien lo ejerce) y la legitimación racional (los subordinados aceptan el poder en base a motivaciones objetivas e impersonales).

Es impreciso confundir legitimidad política con afinidad política. En un sistema democrático los simpatizantes del bando político perdedor están llamados a obedecer a los vencedores, pues es el sistema democrático el que goza de legitimidad. Y, aunque la legitimidad debe ser característica presente en una democracia sana, no debemos olvidar que las monarquías absolutas también tuvieron aprobación popular en un debido momento.

Entonces, en la legitimidad política hay dos sujetos involucrados, que interactúan constantemente: el sujeto que obedece y el sujeto que manda. Para el sujeto que obedece el poder que ejerce el que manda debe posee legitimidad de origen (elecciones populares y libres) y debe ejercer el poder cumpliendo las leyes promulgadas por el pueblo; esto daría legitimidad de origen y libertad de ejercicio al sujeto que manda en una sociedad democrática. Para el sujeto que manda, la legitimidad viene está dada por la autorización a ejercer el poder que le da la ley. En tal sentido, la legitimidad es un pacto, un compromiso entre el sujeto que obedece y el sujeto que ejerce el poder.

En la conformación del estado, no solo los entes de administración gubernamental deben regir el poder. Dentro del estado verdaderamente democrático participan diversas fuerzas: Gobierno y representaciones ciudadanas. Entre las mismas es menester la existencia de comunicación y respeto por las ideas del otro; para que en libre intercambio de ideas subsistan la democracia y se legitimen los factores de poder.

En este sentido, destaca la comunicación como requisito indispensable para concretar el bienestar ciudadano. Entendiéndose comunicación no sólo como el libre y ético ejercicio de los medios de comunicación social de masas, sino igualmente, la expresión de opiniones de los diversos entes representativos ciudadanos; obreros, empleados, industriales, comerciantes, estudiantes, universidades, productores agropecuarios, partidos políticos, religiones; en conclusión, la sociedad civil organizada, en constante diálogo con la representación gubernamental. Diálogo donde es menester la tolerancia, el reconocimiento de la legitimidad del otro; lejos de las persecuciones y el menos precio.

Cuando lo planteado anteriormente no se instaura en un sistema democrático, el sistema degenera en una actitud paternalista por parte de la administración estatal y el ciudadano se hace ente pasivo conformando una masa amorfa lejos de la racionalidad ciudadana. Entonces, el paternalismo degenera en inertes por mantener el poder el mayor tiempo posible con miras a alcanzar el bienestar pero de los administradores y la masa amorfa mal llamada ciudadanía admira al caudillo de turno esperando sus dádivas.

De manera que, no es erróneo afirmar que un sistema democrático no es tal sólo por llevar esa denominación la administración de turno, ni porque eventualmente se asista a urnas electorales a cambiar o no al mandatario (dado el caso que aún hallan elecciones pulcras dentro de un sistema paternalista); no, mucho más allá de los requisitos de denominación y la alternabilidad de los gobernantes, la democracia exige del ejercicio de la virtud para su subsistencia y validez. Ejercicio sano del poner que persigue el bienestar de la colectividad.

Los principios de tolerancia, comunicación, reconocimiento y respeto por el contrario no se identifican con un sistema económico específico. En el pasado se relacionó que el sistema económico denominado libre comercio estaba acorde con las virtudes ciudadanas, ya que el ejercicio de la libertad comercial garantizaba el libre y sano desarrollo democrático de los pueblos; la historia ha demostrado lo contrario. La democracia sana que dignifica al ciudadano está lejos de sistemas voraces económicos.

En contrapartida a lo afirmado en el párrafo anterior, lo contrario a un comercio libre no necesariamente lleva al desarrollo democrático. Pues, en sistemas llamados de izquierda, donde aparentemente el capitalista pasa a ser el administrador del estado, tampoco se desarrollan los valores democráticos esperados.

Tanto los sistemas donde el comercio es libre o restringidos, puede no estar presente el ejercicio de la democracia como característica de administración. Entonces, en estos casos, cuando existen exigencias ciudadanas las mismas suelen desencadenar violencia al no verse escuchadas o solventadas. En este caso, la violencia genera violencia manchando de sangre las páginas de la historia.

No son pocos los casos en la historia donde actos de violencia surgen luego de la intransigencia, el menos precio y la sordera de los entes de administración; recordemos los eventos de la revolución cultual en China (iniciada en 1966), el denominado Mayo Francés en Francia en el año 1968, la revolución rusa (1917); y más cercano a nuestra latitud, la masacre de abril de 2002 en Venezuela. Sucesos donde la obcecación y los oídos sordos llevó a una escalada de crimen que concluyeron en derramamiento innecesario de sangre y el reino de la barbarie.

La democracia no es la dictadura del administrador de turno ni la hegemonía y anarquía de la sociedad civil; es, indudablemente, la coexistencia de diversas opiniones en un escenario común. Es saber que tengo derecho a expresar mi opinión y ser escuchado; pero, sobretodo, renunciar a mi apreciación subjetiva de la realidad para tolerar al otro, y aceptar su opinión si es el consenso de la mayoría. Además ser parte activa de la concreción de la planificación acordada por la colectividad así la misma diste de mi concepción; porque no necesariamente lo que yo creo que el bueno así lo es, ni lo que yo tengo como vía para concretar mi bienestar conlleva al bienestar del colectivo en su aplicación. De esta manera mi verdad es escuchada, atendida; pero necesariamente queda supeditada al consenso general. Consenso al cual me debo.

En una sociedad sana, no existen las imposiciones que contradigan los derechos humanos. Los argumentos se plantean con suficientes razones, con la finalidad de que los mismos entren en intercambio con otros argumentos; y así, al llegar al consenso, determinar los caminos a transitar por la sociedad.

En el marco de ese diálogo social, es necesario que las partes se comprometan con las razones esgrimidas; de este compromiso surge la perdurabilidad en el tiempo de los acuerdos. Pues, sin compromiso no existe continuidad; y, la sociedad estaría condenada a dar tras pies de un lado a otro, sin concretar objetivo alguno.

Ahora bien, otra de las características necesarias para poder concretar un efectivo diálogo social es el reconocimiento como símil de los entes relacionados dentro del fenómeno. De esta forma, se proscriben las imposiciones, y se permite la libre expresión y discusión de las ideas racionales.

En la historia política de los pueblos son muchos los casos de intolerancia y pocos los de ejercicio sano de la democracia, pues el mismo exige un esfuerzo de la sociedad, desde la formación adecuada de los individuos a nivel educacional, la instauración de una sana comunicación, formación de una apropiada representación ciudadana y la creación de espacios de intercambio de opiniones. Exigencias mínimas para que la virtud y no la barbarie se traduzca en una forma de gobierno idónea que garantice el bienestar de la sociedad.

miércoles, 4 de agosto de 2010

¿Qué se entiende como explosión social?


La Explosión social es una manifestación social violenta, que libera las tensiones reprimidas durante algún tiempo por la población; suele iniciarse en un núcleo determinado y diseminarse rápidamente a otros núcleos de la población; además de violenta es contraria a los intereses que se anteponen a los de la población, generalmente a la de la clase gubernamental.

En las explosiones sociales hay ciertos factores constantes involucrados, a saber:

Descontento social: En toda explosión social la población muestra alto grado de descontento social con quienes manejan el gobierno al cual se oponen; esto, es dado cuando los gobiernos pierden legitimidad al cerrar las vías de comunicación con la población, haciéndose sistemas cerrados. Al haber un alto grado de exclusión, se reprimen las inquietudes poblacionales llegando a tal punto de descontento que se irrumpe violentamente contra el estado establecido.

Grupo heterogéneo y baja permanencia en el tiempo: Las explosiones sociales, a diferencia de los movimientos sociales, son protagonizados por grupos heterogéneos de la población, sin un perfil ideológico definido, y con poca permanencia en el tiempo. Suele ocurrir un estado de histeria colectiva violenta que genera caos con el fin de expresar un descontento determinado.

Justificación de la represión: Los órganos de seguridad del Estado suelen reprimir violentamente las explosiones sociales, pues justifican sus acciones al intentar mantener el orden y la paz. En cierto sentido las explosiones sociales pierden legitimidad por el hecho de ser violentas; en tal sentido, justifican que sean violentamente aplacadas.

Un clásico ejemplo de explosión social se vivió en Venezuela en febrero de 1989. La cual se convirtió en una masacre realizada por el ejército y la guardia nacional durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez contra manifestantes que habían creado una fuerte ola de protestas y saqueos. Las medidas económicas y sociales impuestas por el gobierno y la creciente tasa de pobreza, originaron la masacre y la ola de violencia llamada como "el Caracazo".

Las protestas se iniciaron en Guarenas la mañana del 27 de febrero de 1989, también se desatan los saqueos y la violencia en Caracas, la gente de escasos recursos de la capital, en zonas populares como Catia, El Valle-Coche y Antimano, toman el control de las calles. Los canales de televisión transmitieron en vivo los hechos, al principio en los sectores populares realizaban protestas pacíficas, pero ante el descontrol y la ineficacia de los cuerpos de seguridad, se producen más enfrentamientos, motines y protestas, cada vez tornándose de forma más violenta. Las protestas también ocurrieron en otras ciudades del país como La Guaira, Maracay, Valencia, Mérida, Ciudad Guayana y Barquisimeto.[ ]

Al hacerse incontrolable la violencia, el gobierno decreta toque de queda, militariza las ciudades donde ocurrían los saqueos, aplastando estos con un gran nivel de violencia; empleando armas de guerra en contra de la población civil. Es difícil contabilizar las muertes que ocurrieron a consecuencia de los actos violentos, pues las cifras oficiales contrastan con las cifras no oficiales arrojadas a través de los medios de comunicación; se conoce que ocurrieron entre 300 y 5000 muertos, además de grandes pérdidas económicas. El poder ejecutivo suspendió las garantías constitucionales. Durante varios días la ciudad vivió sumida en el caos, las restricciones, la escasez de alimentos, la militarización, los allanamientos, la persecución y el asesinato de personas inocentes.

Ahora bien, la pregunta lógica a fórmulas ¿Cuáles consecuencias originó el Caracazo? ¿Acaso las explosiones sociales arrojan consecuencias favorables para la población?.. La consecuencia inmediata y evidente del caracazo fue la inestabilidad política. El gobierno modificó los planes económicos establecidos anteriormente. Debido a la inestabilidad política provocada por el Caracazo se abrió las puertas a las intentonas militares. En 1992 se sucedieron dos intentos de golpe de estado, uno en febrero y otro en noviembre. Por otra parte, y debido al alto nivel de corrupción administrativa, Carlos Andrés Pérez fue acusado de corrupción y apartado de la presidencia, asumiendo, por decisión del Congreso Nacional, Ramón J. Velásquez, quien entregó finalmente la presidencia a su sucesor, Rafael Caldera.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó la actuación del gobierno. Tras esto, el Estado venezolano se comprometió a indemnizar a las víctimas, hecho cumplido parcialmente en el año 2004 con aquellas víctimas representadas por la organización de derechos humanos Cofavic.[] Sin embargo, a finales de 2006 el gobierno del Presidente Hugo Chávez, a través del Ministerio del Interior y Justicia, anunció mecanismos para indemnizar también a las víctimas que no tuvieron acceso a la Corte Interamericana.

Entonces, evidentemente las explosiones sociales generan un alto grado de inestabilidad política, la cual no es conveniente para la estabilidad democrática de una nación. Se evidencia la falta de legitimidad del poder constituido y el descontento poblacional. Se abren las puertas para las intentonas golpistas militares, al justificar la fuerza armada las acciones para obtener el poder con el intento de reivindicar las exigencias de la población.

En ningún caso la inestabilidad política genera consecuencias democráticas para la sociedad, ni las intentonas golpistas ni las revoluciones de nombre. Las explosiones sociales son claras características de una sociedad descompuestas, donde se hacen necesarios las modificaciones estructurales; mas, estas modificaciones no pueden ni deben conducir a alimentar golpes de estado; porque, evidentemente, las intentonas golpistas son expresiones de sociedades débiles.

La explosión social más que conducir a la salida fácil de derrocamiento del gobierno, debe invitar a una reflexión profunda que permita replantear la estructura del Estado para permitir un grado mayor de participación ciudadana. Pero esto, exige madurez que muy probablemente la sociedad en la cual se registre la explosión social carezca de ella.

Por todo esto, los movimientos urbanos se perfilan como medios más idóneos para lograr concretar transformaciones sustanciales en la estructura del Estado, y así permitir mayor grado de participación; por tanto, de democratización. Son movimiento más maduros, más permanentes en el tiempo, más cohesionados que no permiten justificar la violencia que pueda emplearse para contenerlas.

¿Qué se entiende como movimiento urbano? Los movimientos urbanos son movimientos sociales que ocurren en las urbes, en las ciudades. Es una agrupación no formal de individuos u organizaciones dedicadas a resolver problemas políticos o sociales, que tienen como aspiración primordial logra el cambio social; permitir que una realidad social o política cambien a otra realidad.

Los movimientos urbanos son un modo de organización de un colectivo, fundamentalmente excluidos en la toma de decisiones, que mantienen una lucha para obtener concretar una aspiración determinada. Históricamente surgen en las crisis de las organizaciones de izquierda y del socialismo, tanto socialdemócratas como marxistas.

A pesar de que los movimientos urbanos pueden aparecer en forma repentina, son el producto de procesos de larga data; pues son factores indispensables para su surgimiento la cohesión entre los miembros y la estructuración del movimiento.

En los movimientos urbanos la cohesión viene dada por el grado de identidad de los miembros del movimiento entre sí, es sentir que las inquietudes del común son las inquietudes propias; así cada miembro internaliza al movimiento, se siente identificado con él y al sentirse identificado se compromete con el mismo.

Todo movimiento social está debidamente estructurado. Determinado o no de forma verbal, cada miembro del movimiento conoce su lugar en el mismo, sus deberes y derechos están establecidos; existe la figura del líder que puede estar centrada en una o varias personas y grupos con tareas propias. El grado de estructuración le confiere madurez, eficiencia y coordinación al movimiento.

Los movimientos urbanos se convierten en grupos de presión; se mantienen en el tiempo a diferencia de las explosiones sociales; es más, se sienten identificados con muchas de reivindicación de tiempo anteriores. Poseen un número representativo importante de integrantes del total de los que son aquejados por el problema.

Por otro lado, en pocas ocasiones los movimientos urbanos confluyen en un partido político; pues, su aspiración principal es presionar al gobierno para lograr un cambio concreto, que permita reivindicación o el surgimiento de alternativas no existentes. Estas aspiraciones se transforman en el ideal del movimiento sin la necesidad de crear un ideario completo.

El movimiento urbano permite a sus integrantes ejercer fuerza importante de cambio político sin la necesidad de la organización de un partido; permitiendo reivindicaciones democráticas dentro de sistemas que se hayan alejado de las aspiraciones sociales; dentro de sistemas con poco nivel de inclusión. Su impacto social varía desde la sola presencia como fuerza de choque rebelde, o hasta resultar muy definitoria como grupo fuerte de interés y presión hacia el gobierno. Deben cuidar su progreso organizativo para ser eficaces y continuar perseverando y merecerse el honor de co-artífices de eventos democráticos en las instituciones.

En la actualidad, los movimientos sociales deben responder a principios democráticos. En la sociedad moderna la democracia se perfila como la forma de gobierno que permite el mayor grado de bienestar entre los habitantes, al permitir libertades jurídicas y políticas que permitan el desarrollo de la sociedad; por tanto, las aspiraciones de los movimientos sociales se legitiman en la medida que persiguen fines democráticos. Así, también observamos que los movimientos sociales han sido los principales agentes que han logrado los principios democráticos básicos.

Es de suma importancia que el movimiento urbano mantenga la legitimidad al no alejarse de las aspiraciones originarias, de las aspiraciones de los pertenecientes al movimiento. A pesar de que el movimiento posee líderes es fundamental de que las acciones del movimiento respondan a las aspiraciones del conglomerado y no a las aspiraciones de los dirigentes del movimiento; pues, de esta manera no sólo perdería legitimidad, vigencia, podría constituirse hasta en obstáculo para las aspiraciones originarias del movimiento.

La libertad del sujeto es el principio central sobre el que descansa la democracia. Los movimientos sociales han sido los principales agentes de las reformas democráticas. La política del sujeto es lo que define la democracia actual: reconocimiento de la diversidad cultural y rechazo a la exclusión.

La defensa del sujeto exige protecciones institucionales y movilización colectiva. Ninguna acción democrática puede existir si no es exigida por un actor social. Los movimientos sociales se sitúan en los fines sociales y culturales. El análisis de los movimientos sociales muestra que, al mismo tiempo que son conflictivos, llaman a valores culturales superiores al conflicto social.

Los movimientos sociales de la sociedad industrial decaen, mientras que los de sociedades de base modernizadas están en construcción. Los movimientos culturales contribuyen a la construcción de una nueva cultura política (movimientos de mujeres, defensa de minorías, lucha contra integrismos, rechazo a la exclusión social).

En muchos casos, sobre todo en Latinoamérica los partidos políticos se han transformado en agencias electorales y no representan a los movimientos sociales, no se hacen defensores de un proyecto de sociedad. Hay dos luchas complementarias: contra el poder absoluto de los mercados y contra la dictadura de las comunidades. Actualmente, los principales actores políticos no son ni los trabajadores ni los ciudadanos, sino individuos o grupos que tratan de combinar una experiencia cultural privada con la participación en el universo de la acción instrumental.

Algunos ejemplos de estos movimientos son el movimiento feminista, el movimiento ecologista, el movimiento obrero, el movimiento pacifista o antimilitarista, o, más reciente en su surgimiento, el movimiento okupa y el movimiento antiglobalización.